2007-03-09

El fondo de mi yo


Sigo en una línea en la que trato de alcanzar el fondo de mi yo. El yo que, suena a tópico, se halla fragmentado. No es un tópico. La gente que dice que el yo está fragmentado cree en su yo, y habla desde su yo o, a veces, no se plantean que sean más que una pieza-tribuna consciente desde la que hablan, son tópicos. Son tópicos todos. Es muy complicado. O sencillo, y lo hacemos complicado. Por ejemplo está el asunto de la representación. Representarse, ser ante los otros, vestir una careta que haga que los demás se comporten de determinada manera. El nivel público, la superficie. Lo que ocurre es que debajo de esa representación, cada nivel por debajo somos nuevamente otras representaciones construidas. Otros modos de exhibirnos ante los otros o ante nosotros. En mi caso, por ejemplo, ante mí mismo. Entonces esas representaciones más o menos profundas no son yo. De nuevo la pregunta. Concluyo que el yo, ni siquiera es quien escribo ahora mismo, ¿no? Porque esto es una construcción de un yo-representación que piensa que el yo es representación, en fin. Creo que lo más acertado es pensar que el yo son los dos polos extremos de la red, por un lado, esa entidad que aplaude o reprueba las construcciones, las imágenes que la otra mitad del yo, que es máquina generadora de yoes que surte de atributos esenciales a los sujetos-representaciones productores de historias y representaciones sobre el mundo y el yo, está siempre produciendo. Pero son elementos vacíos. Son objetos del inconsciente productores de contenido. No son contenidos de lenguaje, son gramáticas huecas. Lo lleno no es para mí verdaderamente el yo, no lo son las representaciones a través de las cuales ambos polos, ambas entidades se están relacionando, aunque en síntesis el yo aparece hablando cuando por la cabeza van y vienen y regresan casi siempre las ideas obsesivas. En conclusión es imposible prescindir de las construcciones que falsean el yo, las mentiras, y en segundo lugar, también es muy difícil que el yo generador, el productor sordo de yoes-representaciones que proyectan historias y mentiras, descubra la impresión que esas historias generan en el yo receptor, el yo del que depende el estado de ánimo o los niveles de frustración ante la vida, que, para la gramática primera, permanece desconocido. Y el fondo de mi yo entonces, en el fondo, siempre es otro. Por tanto, en conclusión, a mi otro yo, todo esto, le chupa un huevo.

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"Sin embargo yo creo que aquel niño se fue con ellos y todos juntos viven con otras personas y es a ellos a quienes los muebles recuerdan. Ahora yo soy otro, quiero recordar a aquel niño y no puedo. No sé cómo es él mirado desde mí"

Felisberto Hernández, "El caballo perdido".