2009-10-19

CV en una botella

La carrera investigadora nos sitúa ante la tesitura de tener que opositar mil y una veces, aguardar evaluaciones confiando en la magnanimidad de los veredictos, esperando que el mar y la noche no darán al traste con el cv en una botella que lanzamos a ciegas con la esperanza de que arribe a una playa que nos dé calor, luz y el suficiente oxígeno para continuar. La rumorología mientras tanto hace su trabajo, nos llegan historias reales entreveradas de ficción que nos curten en la experiencia, al tiempo que filtramos la información para conformarnos una idea aproximada de cuál es el funcionamiento del sistema ciego y monstruoso de las administraciones públicas.

Cuando pensábamos que lo habíamos visto todo, la realidad se obstina en dejarnos boquiabiertos, preguntándonos, como Bernal en su "Historia verdadera", cómo hacer para contar las cosas "nunca antes oídas, ni aun soñadas", pues siempre llega alguien con un relato peor. La historia que sigue la camuflaré para no hacer visible a mi querido amigo, su protagonista, quien, luego de veinte años de trabajo en la función pública, se presentó a un puesto superior en un Ministerio de un lejano país de Oriente próximo. Parece ser que hubo otros 500 más que tuvieron la misma idea de fugarse hasta allí, de fuera y de dentro de la administración. La convocatoria rezaba escuetamente que los aspirantes debían superar un examen de cultura general. Los que aprobasen, tendrían que presentar sus méritos y ganaría aquel aspirante cuya media ponderada en ambas fases fuera mayor. Pues bien: ni hubo una relación de temas que podrían preguntar, ni hubo unas instrucciones previas de cómo sería ese examen. --duración, desarrollo, tipo de preguntas, etc--, ni se acotaron siquiera las preguntas que tenían que ver con aspectos legales. Las preguntas fueron, pongamos por caso, "La botánica en nuestro lejano y querido país" y en segundo término, "Economistas de nuestro querido lejano país". Los 500 individuos tuvieron que inventar una respuesta en menos de 30 minutos para cada pregunta. Hete aquí que corrigió el examen la máxima autoridad competente del gobierno de ese lejano país disponible y otra persona, y sin publicarse los criterios de evaluación, las calificaciones, las actas, ni nada que se le parezca se colgó un pdf con los nombres de los únicos siete aprobados (de 500...). De estos 7, curiosamente, todos eran conocidos de la máxima autoridad competente citada... increíblemente, pese a lo que inmediatamente habrán pensado, no se trata del virrey.

Ver para creer. ¡Que suerte no ser un ciudadano de ese lejano país de Oriente próximo! Estas cosas no pasan en la administración española.

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"Sin embargo yo creo que aquel niño se fue con ellos y todos juntos viven con otras personas y es a ellos a quienes los muebles recuerdan. Ahora yo soy otro, quiero recordar a aquel niño y no puedo. No sé cómo es él mirado desde mí"

Felisberto Hernández, "El caballo perdido".