2007-09-02

Basura de "Los Tristes"

A Migue y todos los blogueros granadinos que andan por el mundo

Últimamente no salgo demasiado. La enumeración de las razones por las cuales no lo hago sería larga, aunque también podría ser corta, se podría resumir en una palabra: tesis. Me engaño, seguro. Las cosas suelen ser más complejas de lo que parecen, pero, como casi siempre, el relato que nos hacemos de ellas, con el correr del tiempo, encuentra caminos para la simplificación y el verosímil. Y la vida queda ahí, redonda y brillante, como si no fuera de uno, o como si uno fuese en realidad un ex-cremento, un desperdicio que cumplió una función y que no sabe muy bien cuál es su destino.

A lo que voy, sábado, 1 de septiembre. Noche calurosa en el Paseo de D. Andrés Manjón, llamado de los Tristes por bohemias o fúnebres razones. A las 23:15 horas, sentados frente a La Alhambra, iluminada por esos focos que la hacen emerger como si no estuviera. Una formidable aparición de la que uno se maravilla a pesar de haberla visto tan repetida, de haberla querido convertir en el logo de mi ciudad. En una tetería con mesitas y sillas de mimbre, iluminadas con unos farolillos morunos en cuyo interior temblaba el pábilo de una pequeña vela: ahí estábamos mi chica y yo, charlando de Granada, del centro, de que teníamos que pasear más por ahí, de que vinimos desde nuestra casa en las afueras porque extrañábamos estar frente a La Alhambra. En fin. Conversaciones.

Cuando un rugido infernal irrumpe a nuestra espalda, a unos escasos tres metros de nuestra mesa, entre un vocerío que se recrimina el hacer mejor o más rápido un trabajo. Un camión de basura enorme, un olor insoportable y un ruido atronador cubrieron la extensión del paseo, al tiempo que emergían del suelo los contenedores enterrados por obra y gracia del Excmo Ayuntamiento, de los que caían vidrios, plásticos y bolsas de todo tipo al suelo de la plaza. Era el camión que había venido a por la tan turística Basura de los Tristes (no, no le encontréis interpretaciones poéticas).

Nada en contra de que recojan la basura, nada en contra, soy paciente, puedo reconstruir una conversación interrumpida, no soy ningún estirado. Seguro que habría razones por las que el Ser deviene en Ser, por las que las cosas se hacen. Pero, con un Paseo atiborrado de turistas y familias disfrutando de la noche, no habiendo una sola mesa vacía en ninguna terraza como era el caso, ¿es hora de armar semejante espectáculo de gritos, ruidos, olores y desperdicios que, cuando el camión se fue, quedaron desperdigados por la acera? Las 23:15 de una noche de verano, ¿no es un poco temprano? ¿No habría otra manera de hacer las cosas? ¿No se podría ser un poco más inteligente de cara al turismo? Se ve que no. Ahí quedaron los restos de los desperdicios. Tristes, como el Paseo, como resucitados a la soledad de haber cumplido una función y no haber encontrado destino consolador en la desaparición. A la vista de todos, como esa parte de la espalda desnuda de la ciudad en la que ésta pierde su nombre.

Mi visión de los gerifaltes y diseñadores de los planes de ordenamiento ciudadano vienen cayendo en picado. Lo sé. Es que últimamente salgo poco y no acabo de acostumbrarme al contacto con sus genialidades.

Jesús Montoya Juárez

9 comentarios:

Javier Menéndez Llamazares dijo...

Jesús, no sé si la cosa tendrá arreglo; está en manos de los políticos, pero no habiendo elecciones municipales —y visto el material humano que ya retrataste hace algunas semanas en un post, me da que casi mejor que sigas concentrado en la tesis.
Por cierto, ¿por qué se llama "paseo de los tristes"?

Jesús dijo...

Pues según tengo entendido hay dos teorías: 1 que el paseo es el camino que llevaba a los difuntos al cementerio de San José, que está junto a La Alhambra, en el monte. De ahí "los tristes". 2. Es que por allí paseaba la bohemia granadina con un aspecto anacrónico y, valga la redundancia, bohemio, de frac, de negro y tal. De ahí que la gente de acá, que es muy flamenca, les diga "de los tristes". Esto es Andalucía, también para lo bueno.

Bobby dijo...

Gracias por la dedicatoria amigo. Conocía el hecho, y sobre todo, la sensación de sorpresa y de vergüenza (ante los turistas) que seguro experimentaste. Lo peor de todo, es que creo que los vecinos y los empresarios de los bares han pedido por escrito al Ayuntamiento que, por favor, cambien ese pestilento hábito. Un inusitado intento de participación ciudadana que nunca fue oído. Cuando llegan los camiones, hasta los chuchos que merodean junto al puente salen huyendo. Ah, Granada, tan lejos de Dios y tan cerca de tus políticos!

N dijo...

Compañeros, esto es Graná, casi ná. Es triste, si.

Ra dijo...

Aun así seguro fué una bonita estampa...pintoresca, pero bonita ;)
Lo del video es todo un detalle!
Saludos desde esta Granada que late.

Anónimo dijo...

Pues sí, Jesús... Paseo de los tristes, y tristes políticos, sí. Porque mira que montar ese escándalo a esas horas... Un poquito más de delicadeza no vendría mal. Así es Graná..!! jeje Un besote

Anónimo dijo...

Los españoles tenemos la fea costumbre de lavar los trapos sucios a la vista de todos, y los políticos no se escapan. En tenerife ocurre exactamente lo mismo y los paseos no tienen necesariamente que tener nombres tan poéticos.

Por cierto, que soy 'otro' migue. ;)

Jesús dijo...

De nada a Migue y al otro Migue, bienvenido a este lugar. Vivir en plan yankee en una casa en las afueras es lo que me toca circunstancialmente. Tiene su encanto. Pero poder bajar a la calle y patear el centro (aunque esté guarrete), is priceless. Saludos a Ra, Mariajo y n, y ánimo con la vuelta al cole.

Jesús.

Iván Islas (1976) dijo...

Creo que eso no sólo pasa en Granada, también en América, en todas partes... That´s life!

"Sin embargo yo creo que aquel niño se fue con ellos y todos juntos viven con otras personas y es a ellos a quienes los muebles recuerdan. Ahora yo soy otro, quiero recordar a aquel niño y no puedo. No sé cómo es él mirado desde mí"

Felisberto Hernández, "El caballo perdido".