2009-04-11

Silvio y Barack


Obama visita Europa. La prensa española se llena de portadas reflejando la seducción del matrimonio sobre los líderes políticos del viejo continente. Veo una fotografía de Obama junto a Silvio Berlusconi, Silvio sonríe a la cámara y pasa una mano por la espalda a Barack. Silvio es una máquina de succionar en esa fotografía. Lo agarra y hace el gesto de la victoria con el pulgar levantado. Berlusconi está en el peldaño superior, justo arriba del presidente negro, mucho más alto que él. Existe un vídeo que graba el momento en que fue tomada la fotografía. El presidente del A.C. Milán mantiene la pose sonriente. Interrumpe una conversación circunstancial de Obama y lo pone a posar. Silvio sigue sonriendo un tiempo después de que Obama cambie de tercio y conceda su gracia a un nuevo líder. Berlusconi... ¡ay! Ahora que llegamos a Semana Santa Silvio, que sabe mucho de cómo funciona esto, se hace una foto, valiosa foto, con el nuevo Cristo de turno. Barack Obama. El Presidente esclavo, hijo de esclavos, de los nuevos esclavos del siglo XXI. Hijo de un inmigrante africano, presidente de la capital del mundo. Silvio sabe que no puede competir con Obama. No puede contrarrestar su peso simbólico. Ha leído la prensa francesa y sabe cómo ha quedado Sarkozy. En estos tiempos de crisis vivimos arrastrados por lo simbólico. Lo inédito nos muestra superficies visuales que adoramos debajo de las cuales existe una realidad, aunque su densidad no sea tan espesa como pensábamos. Silvio, que sabe mucho, se dedica a succionar el peso simbólico de Barack Hussein. No olvidemos que lo simbólico puede o no estar cargado de sentido. Y que estos tíos del G-20 han permitido durante décadas que la crisis global campe a sus anchas. Estos tíos que ahora hablan de luchar contra la crisis han tenido la responsabilidad de dirigir los gobiernos más poderosos del mundo, y no han hecho nada para evitar lo que ha ocurrido. Ellos, co-responsables como mínimo por omisión, pretenden medios mediante exhibirse en la fotografía como los salvadores del mundo. Los apóstoles de un discurso que Obama, cargado con su peso simbólico, parece liderar. Obama es ciertamente la buena noticia de un soplo de aire nuevo, un presidente a mi juicio capaz y un líder extraordinario. No sólo de pan vive la política. Pero no olvidemos que Obama no viene a dar conferencias multitudinarias (como la de Praga). Representa a los Estados Unidos. No olvidemos que Silvio, amigo de Dios y del diablo, un tipo que sabe mucho, sabe también como nadie sonreír ante la cámara mientras otros están de camping. Los tipos de la fotografía son los mismos de antes. No lo olvidemos. Concedámosle a la sociedad civil, ésa que protestaba a las puertas del G-20, el mismo mérito que ha tenido en los últimos quince años. Antes de que existiera Obama, por cierto. Antes de que soplara el viento que ha agitado la veleta mediática.

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"Sin embargo yo creo que aquel niño se fue con ellos y todos juntos viven con otras personas y es a ellos a quienes los muebles recuerdan. Ahora yo soy otro, quiero recordar a aquel niño y no puedo. No sé cómo es él mirado desde mí"

Felisberto Hernández, "El caballo perdido".