2009-05-19

Don Mario Benedetti


Los amiguetes que visitan este blog anárquico y desactualizado saben que contiene pedazos prosaicos de vida, desahogos personales que no llegan a serlo excesivamente y se contienen para provocar la reflexión, haciéndose un poco ficción. Dejo para otros foros las palabras solemnes sobre Mario Benedetti.

Yo entraba en la Biblioteca Nacional, por 18 de Julio, una tarde de invierno, en pos de consultar por enésima vez la hemeroteca, cuando, al girar la cabeza, vi un nutrido grupo de personas en una sala de conferencias no demasiado grande, llena, eso sí. De pie, de espaldas a mí, en última fila, estaba Tomás de Mattos, pude reconocer a varios profesores de la Universidad entre el público, y en la mesa conferenciaba Don Mario. El acto terminó y una bocanada de gente joven que se había ido acumulando a mis espaldas abordó a Benedetti para pedir que firmase en sus recién adquiridos libros de un tal Mario Benedetti. Mario, un viejito menudo, de bigotes, refunfuñando, firmó algunos hasta que la mujer que lo acompañaba pidió que permitieran salir al maestro. Al pasar a mi lado me le acerqué, como la mujer que toca la túnica del mesías, "Don Mario- creo que le dije- enhorabuena por la conferencia". Me agradeció rápido, sin prestarme atención, y de nuevo le dije "Vengo de Granada, ojalá lo tengamos pronto por allí". "Ojalá que sí", me dijo él, y la marabunta de admiradores y acompañantes se lo llevó en volandas. Le di la mano a Benedetti. Cholulo de mí. Misión cumplida. Sin siquiera saber que el maestro iba a estar ahí no más, una tarde cualquiera de julio. No es de extrañar, soy un Jesús Corriente, como el Armando del cuento. Mi Otro Yo en cambio le habría dicho que el noviazgo con mi esposa se vio salpicado de poemas suyos, que cuando me casé sonaron en la voz y en la guitarra de un amigo los versos de él. Que su poesía me había fortalecido y consolado y dado placer en muchas ocasiones. Me salió una ocurrencia de Jesús Corriente, es verdad, pero el caso es que Benedetti no pudo venir a Granada. No tuvo tampoco ocasión de hacerlo. El azar ha querido que sea eterno candidato de nuestro García Lorca, pero nunca premiado. En España se premia a quien puede venir a hacerse la foto. La maltrecha salud de Don Mario lo volvía un candidato peligroso.


Mario Benedetti fue el más pequeño de los más grandes. Su marcha ha provocado una conmoción transnacional y cibernética acorde a su tamaño. Sus huellas se dejan leer en el correo electrónico de todos los uruguayos, exliados y migrados, como él lo estuvo, tipos corrientes con yoes secretos que lo lloran porque lo querían como alguien próximo. Desde afuera no lo entendemos del todo. En tiempos en que al olvido ya le llueven los micrófonos, donde todo es ocasión para sacar tajada, sus poemas van sin embargo tejiendo una madeja por la red. Una madeja, al margen de oportunismos, compuesta por lectores agradecidos a Don Mario. Y entonces el olvido, se llena de memoria.


Utopías


Cómo voy a creer / dijo el fulano
que el mundo se quedó sin utopías
cómo voy a creer
que la esperanza es un olvido
o que el placer una tristeza
cómo voy a creer / dijo el fulano
que el universo es una ruina
aunque lo sea
o que la muerte es el silencio
aunque lo sea
cómo voy a creer
que el horizonte es la frontera
que el mar es nadie
que la noche es nada
cómo voy a creer / dijo el fulano
que tu cuerpo / mengana
no es algo más de lo que palpo
o que tu amor
ese remoto amor que me destinas
no es el desnudo de tus ojos
la parsimonia de tus manos
cómo voy a creer / mengana austral
que sos tan sólo lo que miro
acaricio o penetro
cómo voy a creer / dijo el fulano
que la útopia ya no existe
si vos
mengana dulce
osada
eterna
si vos
sos mi utopía.
Mengana si te vas.
Mengana si te vas con el zutano
yo / tu fulano / no me mataré
simplemente los seguiré en la noche
por todos los senderos y las dunas
vos gozando tal vez y yo doliéndome
hasta que vos te duelas y yo goce
cuando las huellas a seguir no sean
dos tamañas pisadas y dos breves
sino apenas las de tus pies dulcísimos
y entonces yo aparezca a tu costado
y vos / con esa culpa que te hace
más linda todavía / te perdones
para llorar como antes en mi hombro.

3 comentarios:

Javier Menéndez Llamazares dijo...

Querido Jesús, el servidor de la universidad me devuelve los mensajes que envío a tu correo; ¿puedes darme tu dirección? Un abrazo.

Jesús dijo...

Querido Javier, enhorabuena por lo que leo de tu novela (genial el estreno cinematográfico). Mira escríbbeme de vuelta porque recibo los correos sin problema. Si la cosa persiste te mando un mail con mi dirección.

Ra dijo...

Suerte la tuya, Jesús Afortunado.

Abrazo.

"Sin embargo yo creo que aquel niño se fue con ellos y todos juntos viven con otras personas y es a ellos a quienes los muebles recuerdan. Ahora yo soy otro, quiero recordar a aquel niño y no puedo. No sé cómo es él mirado desde mí"

Felisberto Hernández, "El caballo perdido".