2011-05-21

¡DEMOCRACIA REAL YA!


Déjenme que les diga que quiero expresar mi apoyo absoluto a los manifestantes de Sol, de cada una de las plazas de cada una de las ciudades de España. Ayer viernes estuve en la Asamblea de la Glorieta de España, frente al Ayuntamiento de Murcia, y me emocioné, el rato que mi hija, que no había dormido siesta, me lo permitió.
Frente a la gente del 15 M, oigo el rugido de los de siempre, las manipulaciones demasiado burdas de los acontecimientos que están ocurriendo y que ninguno hemos entendido. Tal vez los mismos que están ahí no terminan de comprender eso mismo que hacen. Muchos no tienen memoria política, a muchos les ha nacido la conciencia, que diría Rigoberta Menchú, yendo a la plaza. Muchos van emocionados ante la magnitud de unas protestas que han dado la vuelta al globo. Otros porque están hartos de que la historia les pase por encima y quieren sentir que son parte activa en ella.
La cuestión es que, cuando nadie lo esperaba, la gente se reúne, habla de política, se expresa. Frente a los que dicen que los ciudadanos sólo podemos hablar en las urnas (y elegir únicamente a quién queremos que engorde su cuenta corriente), un conjunto cada vez más numeroso de ciudadanos expresando que esos mismos, algunos con veinte años en el ejercicio de la política, no les representan. Frente a unos cuantos que piensan que de lo que se trata es de quién controla el poder, otros muchos que reclaman hacer de la función política una verdadera representación de los ciudadanos. Frente al miedo, la calle.
Algunos se rasgan las vestiduras diciendo que no es comparable esto con Túnez, con Egipto, que aquello son dictaduras. Sí, es comparable. Las razones que indignaron a la gente son comparables. La corrupción, la crisis de representatividad, la magnitud es distinta, o la gravedad de lo que pasa. Allí se jugaban la vida. ¿No es por ese mismo motivo increíble que hayamos permanecido en silencio hasta ahora, con la que ha caído?

Hoy no se trata creo de articular una propuesta. Sino de expresar la rabia, el desacuerdo, pacíficamente, contra unos políticos arrodillados ante los intereses económicos.

Un estado general de corrupción en cada ayuntamiento, en cada institución. De reclamar que se marchen todos aquellos que nos han fallado.

Hoy se trata de indignarse

Hoy se trata de sentirse vivos.

¿Mañana? Mañana esto tiene que seguir.

Paso a paso. Una idea, básica, conseguible, una tras otra. Sin izquierdas ni derechas al uso. Contagiando la rabia, la indignación pacífica. Sentido común y democracia, el poder como servicio al pueblo, no es un mal punto de partida, ¿no?

No sé cómo se articulará todo esto, ni si la cosa se torcerá y como dice el dicho, si quieres conocer a Manolillo, dale un carguillo. Pero incluso así, parece mentira, se quiere tildar de borregos a estos jóvenes (y no tan jóvenes) que van a la plaza, al servicio de no sé qué intereses, cuando los ciudadanos llevamos leyendo los periódicos y siendo gobernados por los mismos desde hace décadas. ¿No es más triste eso, no dice muy poco de nosotros?

Cuando el sabio señala la luna el tonto mira el dedo.

No se dejen engañar por los de siempre, vayan y miren.

Porque, independientemente de la estética del movimiento: ¿Es que usted no está indignado? ¿Es que a usted no le da vergüenza que se lo lleven crudo delante de sus narices mientras a usted le acribillan a impuestos y restringen sus derechos? Es que a usted le parece bien que sus hijos o nietos vayan a tener que emigrar para conseguir un empleo?

Hagamos política, sin miedo. Que pese en las conciencias de los nuevos cargos electos.

Estas cosas son las que han generado el caldo de cultivo si no para iniciar esto, para que muchos, yo incluido, simpaticemos con él y hayamos asistido a las concentraciones.

Que no pare.

El 15 M ha sido la mejor noticia de los últimos años.

Porque el corazón no quiere entonar más retiradas.

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"Sin embargo yo creo que aquel niño se fue con ellos y todos juntos viven con otras personas y es a ellos a quienes los muebles recuerdan. Ahora yo soy otro, quiero recordar a aquel niño y no puedo. No sé cómo es él mirado desde mí"

Felisberto Hernández, "El caballo perdido".