2016-07-22

I-Reseñas: La vida interior de las plantas de interior, de Patricio Pron




Debo a la generosidad y recomendación de mi amigo Héctor R. que llegara a mis manos el excelente libro de un escritor argentino atípico, con un mundo personal rico en matices, que dialoga sin grandilocuencia alguna con la experiencia íntima de la escritura en un contexto globalizado que traducen sus cuentos. Al menos es lo que se desprende de la lectura de La vida interior de las plantas de interior (Mondadori, 2013). Algo hay en los personajes de Pron de los del Bellatin de Flores o Damas chinas. En algunos de sus relatos más fragmentados, donde maneja magistralmente la analepsis y la prolepsis, como en  "La explicación" o "El cerco", algo hay de lo mejor de  Nocilla  dream de Fernández Mallo. Y en algunos de ellos se saborea algo del gusto por la paradoja y el cuestionamiento de lo aceptado en su centro que nos reenvía a la prosa de  Piglia. En el estilo, el periodo largo, aunque ágil, que pide decir siempre algo más, que matiza antes del punto y seguido, recuerda por momentos al Javier Calvo de El Dios reflectante o más aún a algunos textos de Rodrigo Fresán. Pero la poética de los relatos de Pron es más sobria que la de estos dos últimos autores, más íntima, fría, suavemente autoirónica la mayoría de las veces, y cruel o sarcástica otras, reservando no obstante un resquicio por donde se cuela la luz de una esperanza en la trascendencia a través del arte, por ejemplo en los relatos cuyo tema es la escritura, el campo literario, los premios o los escritores. "Un jodido día perfecto sobre la tierra" (su modo de titular es también marca de la casa), de narrador autodiegético, logra un tono cómplice muy eficaz (que recuerda al de relatos como "Tu madre bajo la nevada sin mirar atrás" de El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan), o "Algunas palabras sobre el ciclo vital de las ranas", en primera persona, donde aparece "el escritor argentino vivo", azaroso vecino a la llegada a la capital del protagonista,  son dos relatos formidables, de lo mejor del libro. Los enigmas breves que resuelven otros relatos de Pron, dejándonos nuevas preguntas a cambio, son aquellos que generan los comportamientos erráticos que seres innominados, un niño, L, el escritor A., etc., despliegan en conexión con las cosas y realidades que casi por azar los rodean y "son" con ellos o a través de ellos, hiriendo sutilmente su intimidad. La sensación que nos queda es el no saber dónde comienza su identidad, dónde terminan de ejercer su influencia los objetos, cuándo comenzamos a ser, cuándo a no ser. Proyectando una subjetividad en devenir sobre la que muchas veces (sobre todo en los cuentos que se narran en una distante tercera persona) el narrador planea sin llegar a atravesarla, lo que dificulta o enrarece la posible identificación con esos personajes y a la vez nos habla de cómo se contruye la experiencia o el yo en nuestro extraño mundo cotidiano. Y están,también, aunque menos que otros libros del autor, las relaciones familiares, el modo en que el eco del dolor o el sentido que se arma en ellas nos llega como las ondas que vienen del espacio exterior hasta nuestro presente. Aunque esta reseña, escrita desde la pasión de un lector sin mayor interés que recomendar algo bueno, es una reseña a destiempo, por lo que no descubro nada, diré que Pron es de los mejores cuentistas que he leído últimamente, difícilmente integrable en ningún grupo de los que pueden armarse en la Argentina reciente, un autor que no tenía en el mapa. El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan, que también he podido leer, y este estupendo La vida interior de las plantas de interior, ambos en Mondadori, confirman mi impresión. Muy recomendable.

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"Sin embargo yo creo que aquel niño se fue con ellos y todos juntos viven con otras personas y es a ellos a quienes los muebles recuerdan. Ahora yo soy otro, quiero recordar a aquel niño y no puedo. No sé cómo es él mirado desde mí"

Felisberto Hernández, "El caballo perdido".