2012-04-26

La crisis y los judíos.

Nunca la expectativa de un país había cambiado tan rápido. Nunca las frases que nos hemos repetido sobre lo mal que iban las cosas se han mostrado tan superadas por el desarrollo de la realidad. En el fondo todos habíamos pensado que las cosas no eran para tanto. Pero hoy nadie está a salvo. El gobierno de la nación está disparando sobre sus ciudadanos (es una metáfora, todo hay que aclararlo, quizás no lo sea en el futuro próximo), so pretexto de salvaguardar una sociedad del bienestar que dejamos atrás, sin ningún empacho. Los ciudadanos seremos acribillados, dejados en la cuneta por los mismos individuos que nos condujeron impunemente al desastre. Lo curioso es cómo algunos privilegios siguen a buen recaudo. Una monarquía que no da cuentas de su presupuesto, siempre infinitamente más costosa que un presidente de una República, de seguro si no le adjudicamos un yate o palacios en Mallorca para sus elefantiásicas vacaciones. Un gasto militar que apenas se ha visto afectado en el presupuesto, que seguro que es importante, pero tanto como la I+D, la Educación, o la Sanidad. Me pregunto qué hacen hoy nuestros militares en según qué sitios. Si a lo mejor visto cómo nos va tendríamos que regresar a casa y aparcar algún barco. Diputaciones y veguerías y consejerías a tutiplén, con sus coches oficiales para viajar calentito. Las sociedades de los ricos pagando el 1%. Y el fraude fiscal de todas las empresas de este país, la caja en B, a rebosar mientras despiden por un coste irrisorio a quien mira mal. El negocio del lujo in crescendo, y los ricos haciendo dinero, como siempre, especulando en sus estratosferas para pijos. En España si eres funcionario y te enfermas, cobras el 40% de tu sueldo los primeros días de tu baja, después el 60. Uno se acuerda con una sonrisa irónica cuando recomendaban, aterrorizando por la Gripe A de la que ninguno enfermamos, quedarnos en casa para evitar contagios. "Si uno va al trabajo enfermo contagia a los demás y son dos bajas", decían por televisión los jefes encuestados. No sé si lo uno ahorra más que lo otro, pero de seguro si no vamos a acudir al médico por si nos receta reposo y perdemos salario, algún ahorro tiene que haber. Dos conversaciones por la calle. Señoras jubiladas que dejan los nietos en el colegio y se van al centro a tomarse un chocolate con churros. "La tarjeta sanitaria a los inmigrantes que se la quiten ya". Mujer joven, madre de dos hijos, profesional cualificada, rubro de la sanidad: "vienen a operarse de todo aquí y colapsan los quirófanos" (...) "unos avisan a otros, se hospedan en casa de primos y amigos y van y se operan". Yo me pregunto qué pensaríamos si sustituyéramos el término "inmigrantes" por "judíos". A esos judíos ilegales que le quiten la tarjeta sanitaria", o "Los judíos, que se vayan a su país", o "es que los judíos colapsan los hospitales", "vienen a hacer turismo sanitario, esos judíos, a operarse de esas dolencias de judíos". La única frase que no pueden repetir es "Vienen a quitarnos el trabajo", el trabajo nos lo hemos fundido en realidad nosotros mismos. El fantasma de Adolf Hitler recorre Europa. El mecanismo mental que llevó al fascismo está más vivo que nunca en la cabeza de muchos. "Si los parados se marcharan", oigo a alguno, "si los inmigrantes desaparecieran", a otro. "La culpa es de...", dice un último. La veda está abierta. Años de democracia no han conseguido que se abra un debate serio sobre la eutanasia, de haberlo se considerará ante todo como medida de ahorro en pensiones o en sanidad. Todo está justificado para prolongar un poco más la agonía, vueltos Grecia sin previo aviso. Cuando mirábamos las negociaciones del gobierno griego con la troika, todos rezábamos aterrorizados para que transigieran con las medidas draconianas de nuestros "amigos" europeos para que la prima de riesgo no estallara. Hoy, sonrisa seria que se hiela en la cara pensando en un francés de a pie que decide votar a Sarkozy acojonado viendo el informativo por televisión dando noticias de España. Me siento griego, muy griego, últimamente. O como Logan, el de la película de la foto, sólo que ahora a los jóvenes no se les dará la vida de placeres a la que Logan tuvo derecho. La crisis está acabando con todo. También con lo de adentro de uno. Salir a la calle es un modo de tratar de evitarlo.

No hay comentarios:

"Sin embargo yo creo que aquel niño se fue con ellos y todos juntos viven con otras personas y es a ellos a quienes los muebles recuerdan. Ahora yo soy otro, quiero recordar a aquel niño y no puedo. No sé cómo es él mirado desde mí"

Felisberto Hernández, "El caballo perdido".